28/4/10

Der Letzte Hilfeschrei

Hoy siento sed de oscuridad. Por eso, mi alma se complace con los lentos y cadenciosos sones de Der letzte Hilfeschrei, del Angst, esa joyita de disco. Una atmósfera tremendamente enervante potenciada por el sonido de un corazón agónico- un corazón que muere con cada uno de sus latidos- y por la voz grave y pesada de Tilo, con un tono declamatorio que expresa sus más profundos sentimientos. Y ese sentimiento es de soledad, de oscuridad, de miedo. Miedo porque se encuentra tremendamente aislado del mundo que lo rodea, viviendo una existencia que en el fondo no es más cierta que una mentira. Y lo peor es que nadie lo ayuda. Por eso se me ponen los vellos de punta cuando su voz se rompe en gritos rasgados que se elevan entre el único sonido presente (el de la música triste y el del corazón, no lo olvidemos nunca), potenciando esa sensación de soledad, de una soledad que no podemos entender, porque no se trata de un abandono voluntario, sino de un olvido por parte del mundo, hostil y cruel, siempre cruel. Pero sobre todo, se me enternece el alma de una manera increíble cuando Tilo comienza a gritar desesperado en busca de ayuda... sin obtener ninguna respuesta. Las lágrimas afloran a mis ojos. "Yo quiero ayudarte. Quiero ayudarte, pero necesito que me digas qué te ocurre"- le susurro. Pero él no me contesta, continúa gritando... "Angst! Angst! Angst!" ¡El miedo, el miedo lo tiene apresado y no le permite vivir! Su clamor angustiado y la melodía se tornan casi una pesadilla en este punto. Y es entonces cuando me transmite su miedo y su profundo dolor y soledad. Yo casi puedo sentirme tan sola como él; sus gritos me han conmovido de una forma que, empáticamente, me he colocado en su lugar y he lamentado su existencia. "Sigo queriendo ayudarte". Y no obtengo respuesta. Los ecos de su miedo, ecos etéreos que se desvanecen en la nada, ecos efímeros, se expanden por doquier. "¡Ayuda!" Y entonces, mientras su último y espantoso gemido se consume, se apaga también para siempre el latido del corazón. Ahora soy yo la que me siento verdaderamente sola, lamentando la muerte de su alma tan enferma.
Pero lo peor no es que Tilo logre hacerme suplicar para pedirle que me cuente qué le ocurre, o que su miedo se me contagie, sino que, analizando su penosa situación, descubro que yo me encuentro en la misma. Que ambos padecemos el mismo aislamiento, la misma soledad inmensa y frustrante que sólo permite oírse a uno mismo, el mismo miedo a esa soledad incomparable. También hace que me pregunte- como él a lo largo de su reflexión- dónde están todos aquellos que decían quererme, que me juraron amor y que (ahora sí lo sé) me mintieron. Y no sé si por sentirme identificada o no, lo cierto es que me apesadumbra hallarme en esta situación, y también tengo ganas de gritar "Angst!" como él. Es realmente horrible escuchar esos gritos. Pero más horrible aún, si cabe, es sentirlos por dentro, deseando emerger de la oscuridad. Porque, sí, hoy tengo sed de oscuridad.



"ich brauche hilfe!
ich habe angst!
hilfe!
"

Es increíble... ciertamente increíble.

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