Hay cosas que eliges, cosas que tu voluntad decide tarde o temprano. O cosas que, por determinadas circunstancias te ves obligado a elegir.
Pero también hay otras cosas que no decides, sino que entran en tu vida lentamente para quedarse por siempre y, antes de que te des cuenta, se han hecho un hueco en tu alma. Luego, mientras va pasando el tiempo poco a poco, te percatas de cuánto amas a esas cosas; quizá mucho más de lo que podrías llegar a amar algo que has escogido...
A veces son sólo pequeñas cosas, fruslerías sin importancia, pero ¿no son acaso las pequeñas cosas las que hacen la vida, las que te hacen feliz día a día? Y puede que a los demás no les importe o incluso se rían... "¡qué tontería!", "de verdad, no es para tanto", te dicen.
Y tú, sonríes, consciente de que no es realmente así. Te hace mucha gracia su ignorancia... e incluso te apena que tales personas sean incapaces de sentir lo que tú sientes. Pero lo que importa es que estás contento tal y como estás, con las cosas que amas y que no te preocupen las etiquetas que los demás te pongan. Sabes lo que eres, sabes quién eres, y nadie más que tú tiene el poder para decidir eso. Qué curioso...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario